El Chinchinero – Patrimonio Cultural de Chile

Por José Montecinos | Movimiento Socioambiental ONG Investiga Colina

Tiempo de lectura: 2 minutos

Un chinchinero chileno es aquel que trabaja de acuerdo a la tradición que se desarrolló en Chile, generalmente van acompañados de un organillero. Y esta tradición, que es distinta de las tradiciones de otras latitudes, consiste en el dominio de un conjunto de destrezas y habilidades que son condición del oficio y es, en primer lugar, un patrimonio cultural de quienes cultivan y trabajan el oficio, con estricto apego a la tradición.

Vea el video con 14 exponentes de este maravilloso oficio chileno.

El oficio tradicional del chinchinero-organillero es, en primer lugar, un patrimonio cultural de quienes cultivan y trabajan el oficio, con estricto apego a la tradición que se forjó en Chile. En la mayoría de los casos estos cultores han heredado el oficio de sus familiares, registrándose casos de familias de tres y hasta cuatro generaciones vivas en el cultivo del oficio. No obstante, hay quienes han comenzado recientemente sin tener lazos consanguíneos con alguna familia de organilleros, han aprendido el oficio mediante una enseñanza generosa y solidaria, en que el móvil principal es formar nuevos cultores para que la actividad no desaparezca. Lo que se reconoce como patrimonio entonces, no es necesariamente el hecho de pertenecer a una familia, sino la forma de trabajar, pues es eso lo que define el estilo de vida y la forma no apatronada de ganarse la vida.

Foto ©Wikipedia

Por lo anterior, un chinchinero es aquel que trabaja de acuerdo a la tradición que se desarrolló en Chile. Y esta tradición, que es distinta de las tradiciones de otras latitudes, consiste en el dominio de un conjunto de destrezas y habilidades que son condición del oficio. Éstas son:

  1. Trabajar con el bombo realizando recorridos cotidianos por plazas, calles, paseos, balnearios, poblaciones y eventos, como la actividad económica central del sustento familiar.
  2. Trabajar usando un bombo modificado y muchas veces acompañado de un organillo genuino de cilindro, propios de los formatos ítalo-germánicos que han dominado el escenario urbano de Chile central desde fines del siglo XIX (harmonipan en todos sus formatos conocidos, violinopan, clariton, trompette).
  3. Dominar el arte del adiestramiento de loros para sacar y vender papeles de la suerte.
  4. Trabajar con loros adiestrados para sacar la suerte.
  5. Dominar las técnicas manuales para la confección de juguetes artesanales.
  6. Vender juguetes artesanales durante los recorridos y jornadas laborales.
  7. Dominar la «danza» del chinchinero, sin perder el ritmo.

Desde un plano social, este oficio también es patrimonio porque es una sobrevivencia de una actividad alguna vez globalizada, que durante el siglo XX desapareció casi en todo el mundo. Esta sobrevivencia es expresión de la voluntad de los chinchineros y organilleros chilenos por conservar el oficio, su estilo de vida y mantener vivo el interés del público que constituye la audiencia leal sin la cual el oficio, en cuanto práctica laboral, no existiría.

Foto ©UChile

Por lo anterior, no cualquier práctica que incluya un organillo integra este patrimonio, sino aquello que históricamente ha pertenecido a esta tradicional actividad y forma de economía familiar. Por lo anterior se considera que el chinchinero que baila al ritmo de la música del organillo es también parte de este oficio, dado que históricamente está demostrado que organillero y chinchinero han sido un dúo inseparable por casi un siglo, conservando viva una destacable tradición del arte callejero. Este caso es homologable al juguetero que en Chile ha existido vendiendo juguetes en plazas y parques. Este juguetero no es parte de la tradición organillera nacional, sino solo lo es el organillero vendiendo juguetes artesanales.

Chinchineros chilenos junto al organillero. Foto ©GettyImage

Los primeros que recorrieron parte del territorio nacional se remontan, muy probablemente, a la década de 1880 y probablemente antes. Eran organilleros errantes provenientes de Europa, especialmente genoveses y saboyanos, que visitaron las ciudades portuarias del centro del país, especialmente Valparaíso y probablemente Talcahuano-Concepción. En los últimos años del siglo XIX va a comenzar la actividad de organilleros chilenos y la incorporación del chinchinero, tras el arribo de cultores extranjeros que se habrían radicado en el país y las primeras importaciones de aparatos. Desde entonces el oficio ha pasado por varias etapas, evolucionando a lo que hoy conocemos como un oficio patrimonial con las características propias que adquirió en Chile (que han sido descritas anteriormente).


El oficio ha sido una práctica eminentemente urbana, ya que siempre ha dependido de un público que transite en forma masiva por algún lugar espacioso, en el cual pueda detenerse por algunos minutos a escuchar y presenciar el improvisado espectáculo que los chinchineros y organilleros suelen ofrecer por una propina voluntaria. El oficio hoy se practica en todas las ciudades de nuestro territorio.

Familia de chinchineros, Paseo Ahumada, Chile. Foto ©UChile

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